viernes, 30 de marzo de 2012

SEMANA SANTA Celebramos la cruz, la compasión y la vida entregada

Calvario-Iglesia del Sto. Sepulcro.Jerusalén


Amigos nos disponemos a vivir una nueva Semana Santa que culmina en la Vigilia Pascual. Se nos invita a recorrer en comunidad el mismo camino de Jesús, de pasión y dolor, de amor y gloria.

Celebramos la cruz camino de victoria.
En el centro de la Semana Santa está la cruz. Pero nuestra cruz es una cruz florida porque donde hubo muerte de allí brotó la vida.
La cruz para Jesús es la consecuencia de vivir con pasión la relación con el Padre y con los hombres. Su amor por los perdidos, le llevó a su propia perdición. La pasión de Jesús es la pasión de Dios por los hombres. En el Credo decimos que “por nosotros fue crucificado, muerto y sepultado”. Esta semana es una invitación a contemplar la inmensidad del amor de Dios, a dejarnos inundar y desbordar por ese amor. Sería muy importante personalizar ese amor según las palabras del apóstol Pablo: “El hijo de Dios me amó y se entregó a la muerte por mí”.

Semana de compasión
El himno de Filipenses habla de abajamiento y anonadamiento. San Ignacio en la Tercera Semana de los Ejercicios sugiere “considerar cómo la divinidad se esconde... y cómo deja padecer tan cruelmente a la sacratísima humanidad”. Invita a pedir al ejercitante: “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí”. La compasión es el fruto espiritual de esta semana.
Com-padecer con Jesús es participar de los mismos sentimientos de Jesús, sentir compasión ante el sufrimiento humano de tantas víctimas inocentes que continúan la pasión de Jesús hoy, las victimas de la crisis. El mundo virtual debilita nuestra capacidad de dolernos del entorno en el que nos encontramos. Con frecuencia nos encerramos en nuestro pequeño bienestar ajeno a todos sufrimiento que no sea el nuestro. Que entre en nuestros corazones el dolor del mundo como dolor de Dios.
Vista de la ciudad de Jerusalén

Celebrar la vida entregada
La pascua nos ayudará a descubrir que Dios, en Jesús, con infinita ternura ama a todos sus hijos, los que nos reunimos estos días en el templo y los que no acudirán a él. Todos cabemos en su corazón. También nos enseñará una gran lección: amar supone siempre dar la vida entregando la propia, con la certeza de que ninguna inversión del amor se perderá de un modo definitivo. Este tipo de amor termina siempre siendo asumido en el amor de Dios.

¡Feliz Semana santa!