
1. Conclusiones generales.
· Todos por el bautismo somos Iglesia. Por tanto debemos sentirnos parte de ella afectiva y efectivamente.
· Nuestro ser Iglesia lo vivenciamos cotidianamente en la parroquia, nuestra comunidad de fe, donde vivimos la experiencia del encuentro con Dios y el gozo de la comunidad.
· La parroquia la formamos todos: laicos, consagrados y sacerdotes. A todos nos corresponde diseñar sus caminos pastorales, para que sea una comunidad que anuncie, celebre la fe y sirva a los pobres. Todos debemos sentirnos importantes y necesarios en la parroquia, opinando y participando activamente en su misión.
· Evangelizar es nuestra misión. Debemos salir a la vida del pueblo y a las casa de las gentes para llevar a Cristo. Estar presente en los ambientes para transformarlos, siendo fermento en medio de la masa.
· Los ambientes propio del compromiso de los laicos son la familia, el trabajo, la cultura, los Medios de Comunicación, los jóvenes, los pobres y los mayores.
· Tenemos que acercarnos urgentemente al mundo de los alejados, a aquellos que no creen y pasan de la iglesia.
· Esta misión será más efectiva si somos coherentes entre lo que creemos y vivimos (testimonio), si estamos bien formados (para dar razón de nuestra esperanza), si somos comunidad fraterna (que todos sean uno para que el mundo crea) y vivimos abiertos a lo que Dios nos pide, contando siempre con su fuerza (experiencia del encuentro con Dios en la oración y los sacramentos).
2. ALGUNAS ACCIONES
· Preocuparnos por la formación.
· Dar más participación a los laicos en la toma de decisiones.
· Delegar responsabilidades en los laicos.
· Potenciar los movimientos que animen al apostolado en los ambientes.
· Tener una asamblea parroquial donde se dé a conocer los movimientos y servicios que hay, y se realizan en ella.
· Potenciar las reuniones con los padres de los catecúmenos para hacerlos conscientes del papel fundamental que juegan en la evangelización de su familia.
· Potenciar la eucaristía del domingo como centro de la vida parroquial, buscando estrategias para que sean más amenas, más vivas y más participativas (poner en marchas el grupo de liturgia y animar a los niños-adolescentes-jóvenes a participar en ella).